Para comenzar mi discurso, voy a pedirles que me ayuden un poco con su imaginación, piensen por favor en su pareja, novio o novia, y si son solteros, piensen en alguien con quien desearían estar y supongan que llevan una relación, ahora imaginen que después de un cansado y largo día de trabajo o escuela, o simplemente después de no haber visto a esta persona tan querida por nosotros, quedan de verse para tomar un café y hacerse compañía por un rato. Llegan ustedes primero al lugar, y a lo lejos ven que esa persona va acercándose a ustedes, ya que están frente a frente, solo pueden limitarse a un cordial saludo de mano, o a lo mucho un beso en la mejilla. Entran al café, pero no pueden sentarse tomados de la mano, ni acurruca
rse, ni abrazarse, solo tienen una conversación casual, porque en caso de que quisieran mostrarse el más pequeño gesto de cariño, tendrían que ir a un lugar donde tengan permitido hacerlo, o a algún lugar exclusivo para personas como ustedes, con el fin de no recibir la mirada reprobatoria de alguien, o agresiones verbales o incluso físicas.
rse, ni abrazarse, solo tienen una conversación casual, porque en caso de que quisieran mostrarse el más pequeño gesto de cariño, tendrían que ir a un lugar donde tengan permitido hacerlo, o a algún lugar exclusivo para personas como ustedes, con el fin de no recibir la mirada reprobatoria de alguien, o agresiones verbales o incluso físicas.
Esto puede sonar tonto o incluso guajiro, pero para muchas personas, puede que sean conocidos de ustedes, o familiares, esto es una realidad, me refiero a la comunidad gay u homosexual, pero ¿Por qué les hablo de este tema? ¿por qué a jóvenes adultos que deberíamos tener la madurez suficiente para no juzgar a alguien diferente a nosotros?, La razón es porque he notado últimamente en jóvenes universitarios, algunas muestras de desprecio hacia esta comunidad; y no me refiero solo a comentarios que se hacen con el afán de ofender, “joto, maricon, machorra, princesita, marimacha” si no porque incluso sus expresiones faciales dejan entrever su desprecio hacia personas con preferencias sexuales diferentes a las de ellos. Es obvio que todos somos diferentes, pero esas diferencias ya sean económicas, sexuales, sociales, emocionales, religiosas entre otras, son las que nos hacen funcionar como sociedad; el problema radica en que desde niños nos enseñan, puede que sea un familiar, los amigos de la escuela o los maestros (a veces de manera inconsciente) a atacar a las personas que son diferentes a nosotros, al niño gordito, al chaparrito, al morenito, al pobre, a la altota, y crecemos con esa idea de que lo diferente a nosotros o a la mayoría está mal. Ya teniendo más edad, “entendemos” que en ocasiones herimos los sentimientos de los demás y dejamos de juzgar con la dureza que a veces puede hacerlo un niño, ya que ellos no miden sus palabras, pero algunas personas lo siguen haciendo con los homosexuales, criticándolos por ver el amor de una manera diferente, los ofenden ignorando el hecho de que son personas como nosotros, que tienen sentimientos y necesidades, pueden amar y merecen respeto y, nos guste o no, forman parte de la sociedad donde nos desenvolvemos donde el respeto es la mejor manera de mantener la paz.
Por eso, con este discurso, les pido, no que acepten por completo la manera de vivir de los homosexuales, no que apoyen su causa, menos que adopten su manera de vivir, si no que analicemos la situación desde un punto de vista crítico, por un momento hagamos a un lado la educación estricta a la que probablemente hayamos sido sometidos, ideas religiosas que tal vez hayamos modificado o malentendido, y lo veamos desde un punto de vista más humano, y por lo menos mostremos un poco de tolerancia o respeto hacia ellos; no sé si a alguno de ustedes se les haya juzgado mal en alguna ocasión, tal vez por algún comentario fuera de lugar que hayamos hecho, por nuestra manera de vestir, por nuestras creencias religiosas, en fin, sabemos que es algo injusto, que conlleva a veces un sentimiento de impotencia, el que nos juzguen sin tener razones suficientes, ahora imagínense, tener esa sensación cada vez que salgan con su pareja, cada vez que estén con sus amigos… cada vez que quieran ser ustedes mismos. Por favor pensémoslo dos veces antes de hacer un comentario despectivo, y pienses en esa desagradable sensación de ser juzgados antes de juzgar a alguien.
Escrito por, Johana Rojas UABC
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